Por Pedro Lichtle
Cuando se planeó el proyecto del Tren Maya las condiciones globales eran otras, en particular el turismo nacional e internacional gozaba de un auge sin precedentes, lo que permitió considerar los mejores escenarios de atracción y derrama económica para el proyecto, estableciendo la rentabilidad social del mismo. Hoy, el turismo se ha detenido, la movilidad ha caído y las expectativas sobre su recuperación no son alentadoras, lo que deja en la vulnerabilidad cualquier proyecto turístico en proceso de desarrollo, incluyendo el Tren Maya.
Comienzo explicando algunas cifras relacionadas con la factibilidad económica del proyecto. A principios de este año FONATUR publicó la versión pública del análisis costo beneficio que formó parte de los estudios requeridos legalmente para la construcción y financiamiento de la obra. En él, se señaló que la península de Yucatán recibe un aproximado de 17 millones de visitantes cada año, 70% de ellos extranjeros, factor que se consideró como uno de los principales para calcular la demanda proyectada para el Tren Maya. Derivado de ello, se estimó un beneficio económico cercano a los 352 mil millones de pesos, de los cuales el 42% se debería a una mayor derrama turística. El costo estimado es de 139 mil millones de pesos, concluyendo con un valor presente neto positivo.
El escenario global cambió y, bajo esa perspectiva, también debería revisarse la factibilidad económica del proyecto. Las condiciones actuales han afectado profundamente al sector turístico, en México y globalmente, lo cual debería ser considerado para realizar los cambios pertinentes al proyecto y tomar la decisión adecuada sobre su continuidad. De esta manera explico ciertas expectativas sobre la oferta y la demanda del sector, que determinarán nuevos plazos y condiciones para la recuperación económica del mismo.
Por el lado de la oferta, existe una certeza contundente. Las empresas de transporte, los hoteles y las atracciones turísticas tendrán que adaptarse a las restricciones de distanciamiento y prevención de contagios en la nueva normalidad. No hay una claridad al respecto por parte de las autoridades internacionales, ni homologación de los países sobre cuales serán las políticas de distanciamiento o de vigilancia en los vuelos, ni los cruceros. Tampoco sobre si se seguirá privilegiando el turismo masivo o de grandes concentraciones. No se han definido qué políticas restrictivas habrá en las playas, en los restaurantes o en las atracciones, mucho menos si el turismo de reuniones o congresos se mantendrá igual. Cualquiera de los escenarios podría prever un impacto negativo en la oferta turística, sin considerar la crisis económica por la que están pasando los empresarios, que sin duda lo profundizará.
Por el lado de la demanda, la Organización Mundial del Turismo proyecta que las cifras de turistas internacionales en el mundo caerán entre 60% y 80% este año, derivado de la contracción del turismo internacional en el primer trimestre y la introducción de las restricciones a los viajes, así como el cierre de aeropuertos y fronteras. Asimismo considera que la recuperación podría darse hacia 2021. Sin embargo debe tomarse en cuenta que la recuperación no sólo depende de la reapertura de fronteras, sino también de las situación económica mundial y de los cambios en el comportamiento de los turistas.
Si bien la depreciación del peso frente al dólar beneficia la llegada de turistas internacionales a México, la situación económica de los mismos tiene un efecto contrario. Tan sólo el 50% del turismo internacional que llega a México proviene de Estados Unidos, país que está pasando por una crisis económica severa. Se tienen pronósticos de desempleo en ese país de 20%, con más de 30 millones de desempleados por la crisis que generó el COVID-19. Adicionalmente, podrán existir cambios en el comportamiento del turista promedio por la posibilidad de que el COVID-19 persista, como reducir viajes largos, buscar lugares con menor densidad turística, entre otros. Entonces, es de esperarse que la demanda turística se vea afectada.
Con base en lo anterior, los escenarios de la recuperación del turismo en México no parecen ser favorables, a menos que tanto la industria como el gobierno apliquen medidas más robustas para generar una recuperación más rápida. Esto sin duda modifica las perspectivas económicas sobre el turismo en los siguientes años, situación diferente a la planteada en el análisis costo beneficio que determinó la factibilidad del proyecto.
La actividad turística se desaceleró y tendrá una recuperación más lenta. El Tren Maya está en riesgo de no tener el éxito deseado, al menos no bajo las características planteadas. Debe evaluarse la continuidad del proyecto y si la inversión que se hará puede generar mejores efectos ayudando a la oferta ya existente, misma que hasta 2019 soportó la generación de casi el 9% del PIB e igual proporción de los empleos en el país.
Pedro Lichtle
Consultor
@pedrolichtle